Pascuas de Resurrección

"Yo soy la resurrección y la vida"

Transmisión de misa

Por el 98.3 FM y por nuestra cuenta de Facebook

Disfrutando la Mañana con Clarita

De lunes a viernes de 09:00 a 11:00 Hrs.

Anunciando la Alegría del Evangelio

Radio Renacer 98.3 FM

Reflexion del
día

Salmo del
día

Santo del
día

Transmisiones especiales

Bendición de Agua

Transmisión de la tradicional bendición del Agua el Domingo de Resurrección a la 7:30 Hrs.

Vigilia Pascual

Transmisión especial 5pm. Sábado Santo

Santo Entierro

Escucha la transmisión el viernes Santo a las 5:30 pm

PATZÚN

Chimaltenago

Enlace con la comunidad de patzun en el
departamento de Chimaltengo, Guatemala

Ver más

Programaciones

Disfrutando la Mañana con Clarita

De lunes a viernes de 09:00 a 11:00 de la mañana

Fe, Alegría y Positivismo

De lunes a viernes de 06:30 a 08:00 de la mañana.

Jóvenes Victoriosos

Lunes a miércoles y viernes de 04:00 a 05:00 Horas

x

Evangelio del Día

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,1-8):




Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Palabra del Señor
x

Reflexion del día

Preparad el camino del Señor

En el camino del Adviento, cada año, nos acompañan varias figuras importantes en la Historia de la Salvación. Hoy aparece la primera, Juan el Bautista. El mayor de entre los nacidos de mujer (Lc 7, 28), según dijo el mismo Jesús. Le llegará su turno a la Virgen María, a san José, pero hoy hablamos del Bautista.

Hay un dicho en español, “el que avisa no es traidor”. Me parece que viene bien para empezar el comentario de esta semana. El Señor, nuestro Dios, no juega a «policías y ladrones», ni pretende sorprender a nadie para pillarlo por sorpresa. Por eso no ha dejado nunca de enviar avisos, señales o personas, para que el último día no nos sorprenda desprevenidos. Hasta a su Hijo único nos envió, cuando se cumplió el tiempo. Para “consolar a su pueblo”, que sufría mucho, y sigue sufriendo hoy en día.

De pequeños siempre nos preguntan qué queremos ser de mayores. Si uno quiere ser algo, hay que esforzarse, prepararse, elegir el camino, los estudios… Cuando hay un objetivo, una meta clara, es más fácil entregarse en cuerpo y alma, al cien por cien. Sé lo que quiero y sé lo que debo hacer para conseguirlo. En el estudio, en el trabajo, incluso en el amor… En todos los ámbitos de la vida.

Nosotros, los cristianos, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia, como nos recuerda hoy san Pedro. Esta es nuestra meta. En nuestro mundo, no hace falta ser un genio para verlo, falta mucha justicia. Esta “tierra vieja” necesita muchos retoques. Es necesario cambiar muchas cosas. Y, para eso, necesitamos gente que sea capaz de hacer algo. Cambiar el mundo, no sé, pero sí cambiar un poco cada uno. A mejor, se supone. Si queremos ese mundo mejor, tenemos que hacer algo para arrimar el hombro. Y ayudar a otros a que cambien también.

El Señor es fiel y cumple siempre sus promesas. Lo que pasa es que si ritmo no es nuestro ritmo. Es un ritmo de amor. Quien ama es paciente y sabe esperar. El tiempo avanza de otra manera. También el Señor espera a que el hombre le abra las puertas de su corazón, nos da tiempo para aceptarle y, sabemos, para el Señor, “un día es como mil años y mil años como un día” (2 Pe 3,8).

Además, la venida del Señor no será un regreso glorioso para eliminar a sus enemigos – como anuncian algunas sectas – porque implicaría reconocer que la primera venida, humilde, en el pesebre de Belén, y su sacrificio del Calvario, fueron un fracaso y que, por eso debe volver para, por la fuerza, terminar lo que con dulzura y amor no pudo realizar. No. Todas sus venidas nos hablan de su bondad, de su justicia, de su deseo de no perder a ninguna de sus criaturas. Por eso, “procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables” (2 Pe 3,14).

Hablar del cambio era la misión de los profetas. Como hizo Juan el Bautista. Su lengua era como espada de dos filos, hiriente y provocativa: "raza de víboras" que matan con veneno mortal y a traición, decía a los componentes de una sociedad de clases enfrentadas; "que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen"; su mensaje, como el de Isaías en la primera lectura, era de igualdad. Todos iguales ante Dios. Porque Dios es el único pastor de todo el rebaño. Del único rebaño.

El Bautista testimoniaba con su vida, con su dieta, incluso con su vestimenta. Recordaba a la del gran profeta Elías, no es extraño que le confundieran con él. Llamaba la atención, la gente se interesaba, se acercaba a él para saber cuál era su mensaje. Y cuando le preguntaban al Bautista: "¿qué tenemos que hacer?, aconsejaba realizar obras como ésta: "El que tenga dos túnicas – símbolo de riqueza entonces – que dé una a quien no tiene, y el que tenga de comer, que haga lo mismo". ¡Qué mensaje! ¡Ay si practicáramos hoy esto...! Nos iría a todos mucho mejor. A nosotros, y también a todos los que tiene menos que nosotros. Que son muchos. A unos recaudadores que fueron a bautizarse les dijo: "No exijáis más de lo que tenéis establecido", y a unos soldados que se le acercaron les recomendó: "No hagáis violencia a nadie ni saquéis dinero; conformaos con vuestra paga". Consejos dignos de ser tenidos en cuenta también veinte siglos después. Por todos. Cada uno en lo que pueda.

Compartir, hacer justicia y la no violencia, fue el resumen de su mensaje. Casi nada. En todo caso, una clara invitación a cambiar. Juan fue para su tiempo un rayo de luz, una lluvia de justicia, una llamada a la conversión. Si su doctrina se pusiera en práctica hoy, «otro gallo cantaría» a nuestra sociedad que ha tomado la injusticia y el desorden como ley y norma de vida. Nos hemos acostumbrado. A muchos les parece adecuado, incluso. Porque les va bien en este mundo injusto.

Surge entonces la pregunta: ¿quién será el Elías, o el Juan Bautista, que hoy clame y grite a los grandes que este mundo ha de cambiar, que ya basta de dividir la sociedad mundial entre los pocos que tienen cada vez más y los muchos que tienen cada vez menos? Quizá hoy también podemos decir que «tiene que volver Elías», como esperaban los judíos, o que hace falta un nuevo «precursor» que prepare el camino al Evangelio. Tú puedes ser ese mensajero.

El Adviento va avanzando. Como siempre, cuatro semanas parecen mucho, pero pasan rápido. Esperamos la venida del Salvador. Sabemos que la próxima venida será permanente. Pero Él está viniendo, y llegando sin cesar. Y no es ya el Señor solo, sino el Señor en su Reino. El Reino es el que viene, y viene cada día, ayudado por cada uno de nuestros pequeños gestos, por los latidos de nuestra esperanza comprometida con el Reino.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

x
Sal 84,9ab-10.11-12.13-14

R/.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación



Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
x

Santo del día